SOBRE GAIA
Bajo la gélida penumbra de una existencia injustificada, la persistencia infantil de un anhelo de resguardo, nos regaló la concepción primera de una forma de cobijo, el cobijo de una madre cuyo arduo proceso para ser madre, nos confirió la fortuna de hacernos sus hijos, y por tanto, de poder divinizar esa materia que, en nuestro fuero pueril, hace justamente que comprendamos de progenitora a una parcela con las propiedades adecuadas para la vida. La Madre Gaia, se nombraba. La osada materia que enfrentó las dificultades de la probabilidad para ser lo que es, y hacernos lo que somos.
Es preciso tener definido un extraordinario origen, para tener un extraordinario final. Y puede asimilarse de extraordinario aquello entendido como inacabable, infinito y con sentido acentuado. A razón de ello, tan querida fue nuestra Gaia primera, madre extraordinaria, divinidad adorada.
Si hemos surgido de una madre, y nos nutrimos de su amoroso seno, entonces definitivamente nos depara un destino inverosímil, un destino con propósito y no varado en el absurdo. La construcción ideatoria de La Gaia, emergente de la necesidad humana de cobijo, de eso va, de un objeto de amor trascendente, en cuyo vinculación a nosotros, se funda así la trascendencia nuestra.
Empero, ya mucho se ha dicho de La Gaia; una Gaia como madre naturaleza. Es propio hablar entonces de otra comprensión de Gaia; algo, quizá, un tanto más masculino en tanto su esencia se ve pulida de hosquedad, contrastada del ideal recto de una rigidez paternal tecnológica, por tanto, reticente y ensimismada.
El proyecto Gaia, en tanto Gaia sustancialmente viril, va de eso, pues; de la supresión del cobijo maternal, cuyo esmero es la ascensión de sus hijos como vida, para la vida, a Un Gaia pretendido trascendente para sus propios fines, de infame voracidad y recelo absoluto.
En este interesante universo, atestiguaremos las vicisitudes de una historia absoluta, resultado de la apreciación reducida de la infinidad de ese absoluto. Este universo, pues, nos ofrece la pugna del ser que si bien antes compungía del pesar de no tener sentido, ahora añora los días en que era mejor no tenerlo mientras que la experiencia no implicara una vida a merced de la voluntad ajena. Así pues, habrá un asomo a la bestial propuesta caótica de una batalla entre las antípodas del concepto de Gaia.

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